La Mina Azul: 126 metros bajo tierra

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Seguro que nunca has bajado a tanta profundidad. La Mina Azul (La Mine Bleue), en pleno territorio del Segréen, sumerge al visitante en las entrañas de la Tierra y lo lleva a conocer el día a día de los mineros de pizarra de principios del siglo XX. Una escapada impactante.

Inmersión en los secretos de la Mina Azul

El silencio es casi total, la humedad rezuma de las rocas y el visitante entrecierra los ojos para avanzar en el claroscuro que dibujan algunas lámparas. Bienvenido al fondo de la Mina Azul. Ponte el casco, sube al ascensor, abrígate un poco y… empieza el vertiginoso descenso a 126 m bajo tierra. En la mina, la temperatura es fresca y se mantiene a 13 ºC todo el año.

Escenografías con los mineros de la época

Al llegar al centro de la Tierra, el público se sube a un trenecito, se sienta en las vagonetas e inicia un periplo a través de las galerías. De repente, aparece una imponente excavación. Se trata de una cámara donde se extraía la pizarra. La sensación es sobrecogedora. Parece que todo se haya detenido en el tiempo. ¡Y pensar que a principios del siglo pasado, aquí los mineros sudaban diez horas al día envueltos en polvo para extraer el oro azul! Las escenografías con maniquíes permiten hacerse la idea de lo que era este duro trabajo.

Conocer el oficio del tallador de pizarra

De vuelta a la superficie, los organizadores nos muestran el trabajo del tallador, que convertía la pizarra en finas placas destinadas a cubrir los techos. Se trataba de un procedimiento muy técnico, muy especializado y ante el que el público se suele quedar boquiabierto. Algunos guías invitan a los visitantes a que intenten tallar la pizarra. La mina es un buen ejemplo de que la reconversión del patrimonio industrial puede tener bonitas sorpresas…

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