Guía foodie secreta de Angers

Un palacete que esconde un restaurante

Le Dix-Septième es un restaurante selecto que halla en un palacete del s. XVII, que esconde su fastuosidad detrás de su fachada. Junto a la sala principal y a la cocina vista, una sucesión de salones alberga a los comensales dándoles la impresión de estar en un suntuoso piso burgués. Este marco es idóneo para saborear las refinadas composiciones del chef Richard Cerini, como la variación de foie-gras servida con caldo fuerte al pato, el tournedós de lubina, nube de chirivía y manzanas granny smith o el mignon de cerdo con reducción de naranja, cromesquis de aligot y muselina de zanahoria a la achicoria.
Le Dix-Septième, 6, rue Claveau

Un salón de té secreto

Desde la calle resulta difícil de adivinar que este tostadero de café esconde en la parte de atrás una antigua capilla del s. XII con bóvedas de doble clave, reconvertida en salón de té. Aquí se sirve chocolate caliente, té y dulces preparados por Aurélie, una pastelera experta que ha pasado por Lenôtre y La Grande Épicerie de Paris. No te pierdas bajo ninguna excusa las Coquets, unos minipastelillos que recuerdan el Paris-Brest, ni el pastelito Ópera al gusto del día. Ambos se atreven con composiciones muy apetitosas, de tipo cremoso a la naranja y merengue italiano, o vainilla con corazón de caramelo a la mantequilla salada y nata montada.
La Coquetterie, 17, rue Beaurepaire
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Un bistró gourmet y discreto

Aunque Jeanine Ahosse trabajó en el Bristol de París y en las cocinas de Matignon (residencia del primer ministro francés), lleva la modestia anclada al cuerpo. Esta mujer ha creado L’Ail des Ours, un restaurante sin florituras situado muy cerca del casco antiguo de Angers, con un aire de bistró y unos toques de exotismo. Pone la mano en el fuego para defender la cocina de mercado: gambas salteadas con toque de caviar de berenjena; merlán del puerto de la Turballe preparado con leche de coco, guisantes, uva y sémola. Sencillo y sabroso.
L’Ail des Ours, 8, rue Boisnet
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La madriguera de la Tuff’line

Laurent Petit, uno de los pasteleros famosos de la ciudad, ha preparado una especialidad local que ofrece entre sus tartas y entremeses de su elegante tienda. Se trata de la Tuff’line, una alternativa al famoso quernon d’ardoise. Esta creación exquisita es un homenaje a la piedra de toba tan presente en la zona envolviendo en chocolate blanco una nube perfumada a la amapola y pasta de fruta a la frambuesa.
Laurent Petit, 4, rue Saint-Aubin

Cruzar el umbral de una pastelería-joyería

Damien Vétault es un orfebre de la pastelería y decidió abrir una tienda con aires de joyería para ofrecer un marco elegante a sus pequeñas joyas dulces. Entre sus creaciones, que evolucionan con las estaciones, citaremos el milhojas que mezcla la pasta hojaldrada caramelizada y la crema mascarpone a la vainilla bourbon, la charlotte que reúne membrillo, rosa y vainilla. También cabe destacar los chocolates grand cru, macarons (caramelo a la mantequilla salada, pera-canela, chocolate y especias…), así como una crema de untar chocolate-praliné ahora ya famosa en todo el Oeste.
Pâtisserie-chocolaterie Damien Vétault, 1, place du Lycée

El escondite de la fouasse

El Authentic Restaurant a través de su decoración en la que se observa un trampantojo gigante de una bola de pan. Esta delicia de la provincia de Maine-et-Loire se llama fouasse. Alain y Nathalie sacan de su horno de leña esta bolita de pan preparada artesanalmente para rellenarla de rilletes de cerdo artesanales, queso de cabra fresco o champiñones y tocino a la crema. Y en la versión dulce te la sirven con caramelo y mantequilla salada, crema de chocolate o macedonia de fruta fresca.
L’Authentic Restaurant, 10, rue Hoche
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Una sabrosa dirección muy apreciada por los iniciados

En la pequeña y anónima calle de Angers de la Tannerie, Brice Sanchez y Thibault Savornin, antiguos compañeros del restaurante de la Abadía de Fontevraud, están ahora a los mandos de los fogones de L’Ardoise, un local de restauración altamente recomendable. El primero pasó por París por el ilustre Tour d’Argent y cocina a fuego lento maravillas que su colega encamina con su amplia sonrisa hacia las mesas: huevo parfait al jugo de ave con caracoles salteados y anguila, pieza de buey Maine Anjou napado de caramelo desglasado con vino y vinagre o el irresistible postre de nougat glacé, mendiant, miel y cerezas maceradas al Cointreau… todo cubierto por una placa de chocolate negro.
Imprescindible: la fórmula almuerzo a 14,50 €
L’Ardoise, 7, rue de la Tannerie
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Una bodega distinta

Jérôme Chauveau creció entre las vides cerca de Tigné. Este bodeguero desvela sus pasiones con el vino en el Pifomètre, donde también defiende la literatura gourmet y organiza veladas temáticas. Él sabe como nadie elogiar la elegancia de los vinos de Liv Vincendeau, con su bodega en el esquisto de Rochefort-sur-Loire, evocar los aromas de los frutos rojos de Anjou del Clos du Bois o el matiz especiado del vino de Aunis, producido en la zona de Saumur.
Le Pifomètre, 64, rue Bressigny

Un «loft culinario» con estrella Michelin en el centro de la ciudad

Al regresar de su periplo asiático en busca de nuevas inspiraciones, Pascal Favre d’Anne ha vuelto a abrir su restaurante gourmet en un piso de un edificio burgués del boulevard Foch y ha vuelto a ganar una estrella Michelin. En su loft culinario con decoración de líneas puras y sin rótulo en la calle, este virtuoso eleva a sus huéspedes a las alturas de la gastronomía. Por ejemplo, cocina bajo sus ojos un buey en costra de apio, shiitakes, soja y cremoso de regaliz, o abadejo con polvo de pescado de Loira y condimento de berros.
Un ágape en el que el tiempo se detiene.
Le Favre d’Anne, 21, boulevard du Maréchal Foch
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Si hay un sitio donde comer bien, ese es Angers. Hemos buscado aquellos lugares que solo conocen los iniciados o que se mantienen escondidos de las miradas…

Angers es conocida por su placer por la vida y su epicureísmo intrínseco. Esta fue la ciudad de Curnosky, un famoso crítico gastronómico conocido como “príncipe de los gastrónomos”. Las tierras de Anjou la proveen de producto fresco de primera calidad: hortalizas, razas de carne, aves y pescados de río. Las especialidades gastronómicas de la zona también participan en este festival: los rillauds de cerdo, el paté de ciruelas, la fouace, el cremet d’Anjou, el quernon d’ardoise que se riegan con vinos y licores locales.

No sorprende pues que abunden buenos restaurantes en esta ciudad. Para facilitar el trabajo de la selección, hemos peinado la ciudad del Rey René en busca de la mesa con estrella Michelin escondida en un piso burgués, el salón de té secreto, la pastelería excelente de una placita o la fonda bistronómica que solo conocen los iniciados. ¡Buena estancia y, sobre todo, que aproveche!

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